La realidad de la Argentina en materia salarial no es prometedora. Tenemos un salario mínimo que oscila en torno a los 150 dólares, una tercera parte del salario mínimo de Chile o Uruguay, y la mitad del salario mínimo boliviano. No solo hemos quedado atrás en comparación al mundo, sino que hemos perdido varias posiciones a nivel regional. Me propongo en esta breve columna dar algunas de las razones de por qué esto sucede.
Lo primero que hay que entender es que las leyes de salario mínimo no sirven. Simplemente no son efectivas, por más socialmente positivas que se crean, no son un instrumento útil a la hora de combatir salarios bajos.
¿Por qué? por el hecho de que el salario no es más que el precio de la mano de obra; si se estipula un precio mínimo (salario mínimo) por debajo del que el mercado establece, va a aumentar el desempleo. Cabe poner como ejemplo, ¿alguien compraría un kilo de manzanas a 2000 pesos? (mantener el ejemplo en 2022, a futuro puede no ser tan inusual) la respuesta es no, tu esfuerzo por conseguir esos 2000 pesos vale más que el kilo de manzanas, por ende, no es una compra eficiente.
Exactamente lo mismo ocurre con un comerciante o empresario que se dispone a contratar a un trabajador. Si el salario que le tiene que pagar es mayor en valor de lo que genera el trabajador, no es eficiente, y no lo va a contratar. Además, en nuestro país, hay que sumarle el presunto riesgo de un juicio laboral, sumado a los múltiples impuestos al trabajo que existen, y la cantidad absurda de regulaciones en el mercado laboral; para ilustrar, la ley de prohibición de despidos.
Pero finalmente ¿Qué es lo que determina nuestro nivel de salario? Son las llamadas “tasas de capitalización” es decir, la cantidad de máquinas, tecnología, educación, técnicas de producción, etc. per cápita, que estén presentes en nuestra economía.
Por esa misma razón, los suizos tienen un salario mínimo de 3600 dólares, dado que poseen, mayores niveles de educación, una mayor cantidad de stock de máquinas y tecnología por trabajador y técnicas de producción más eficientes. Todo esto, hace aumentar la productividad de la mano de obra, es decir que los asalariados producen más con la misma cantidad de esfuerzo. Al producir más, el valor que cada empleado genera es mayor y por ende al empresario o comerciante le es rentable pagar mejores salarios.
En el primer trimestre de 2021 el 54,5% de los chicos en Argentina estaban por debajo de la línea de pobreza, esto implica una mala alimentación que acarrea un desarrollo deficitario de las capacidades cognitivas y una mala educación. Ese 54,5% a futuro serán los trabajadores que mantengan la estructura económica de este país. Trabajadores que entraran al mercado laboral con una gran escasez de herramientas, y en clara desventaja en relación a otros países.
Agrego que, en Argentina, como es bien conocido, ganar dinero es completamente imposible, estando al 100% dentro de las normas legales. La excesiva presión fiscal, sumado a las condiciones de incertidumbre, esto es inflación, inseguridad, la inexistencia de normas claras para el comercio y la falta de mano de obra capacitada para rubros de alta tecnología y desarrollo, generan el caldo de cultivo perfecto para que no exista inversión, lo que deriva en no comprar máquinas, softwares, ampliar edificios o capacitar empleados y esto termina en una baja de la productividad y a futuro salarios.
Por último, es imprescindible mencionar los efectos inflacionarios sobre los salarios, deteriorando la capacidad de ahorro y consumo de los asalariados, cuyas paritarias, rara vez le ganan a la inflación.
Lautaro Clavero- estudiante de economía en la universidad nacional de Córdoba
