Lautaro clavero y su columna económica, el estudiante de economía, hoy nos comparte sus opiniones sobre el estado de industrialización del país.

¿Se tiene que industrializar la Argentina?

         La mayoría de los argentinos en su estadía en el sistema educativo han escuchado una y otra vez que la solución para la Argentina es la industrialización y que el modelo óptimo para llevar a cabo esta tarea es el de sustitución de importaciones. Ahora bien, ¿qué tan cierta es la anterior afirmación?

         En primer lugar, se tiende a cometer el error de pensar que todo lo que produzcamos se va a poder vender y que, por ende, si nos industrializamos automáticamente vamos a empezar a competir con los países primermundistas. Eso es como pensar que un taller mecánico, le puede competir a Mercedes Benz.

         En el caso de industrializarnos, probablemente seamos caros e ineficientes en comparación a otros países, dado que no tenemos los elementos necesarios para competir en cuanto a calidad y eficiencia. Por eso mismo, muy probablemente, no encontremos mercado para nuestros productos.

         Lo anterior no significa que estemos condenados a producir materias primas de por vida, pero si implica que antes de industrializarnos tenemos que adquirir elementos que nos hagan competitivos. Lo que sucede es que no vende el discurso político que explica detalladamente como podemos desarrollarnos. Siempre es más atractivo la arenga desarrollista de que la argentina se tiene que separar del mundo y dejar de consumir los productos norteamericanos y europeos para convertirse en una potencia. Por supuestos este discurso plagado de demagogia e inconsistencias, es una de las razones por la cual no nos podemos desarrollar como nación.

         Citando a Antonio Escohotado, una nación no es rica por lo que tiene debajo de su suelo, ni tampoco por lo que pueda producir, es rica por su educación. Un ejemplo es la Alemania post segunda guerra mundial. Los alemanes perdieron alrededor de 8,3 millones de personas en el conflicto, casi todo su territorio quedo devastado, y además quedaron divididos por el muro de Berlín y, aun así, lograron convertirse en la tercera economía más grande del mundo apenas 20 años después ¿Por qué? Porque su población gozaba de una gran educación y disciplina.

         Otro elemento muy atacado últimamente, pero imprescindible para que un país se desarrolle es el papel que juega el estado. Se tiende a creer que el estado es un generador de bienestar, pero la realidad es muy lejana. El estado es una invención pensada para garantizar los derechos naturales del ser humano, protegiendo la vida, libertad y propiedad privada (con todo lo que esto conlleva) y generando así el llamado estado de derecho. Esto significa que el estado debería solo financiar una burocracia básica, cierto nivel de infraestructura, educación y salud hasta cierto punto, pero claramente no debe intervenir en los asuntos económicos y mucho menos jugar un rol como un llamado “estado empresario”.

         Cuanto mayor es el estado, menor es el sector privado y por ende menor es la eficiencia de la economía, lo que deriva en un estancamiento como el que sufre la argentina hace más de 80 años.

         Por últimos, existen 2 factores determinantes para que un país logre desarrollarse. En primer lugar, una carga impositiva baja. Como ya mencioné en anteriores columnas, los argentinos somos esclavos impositivos, de esa manera siempre vamos a ser ineficientes en comparación a otros países como chile, que solo tienen la tercera parte de la carga fiscal que nosotros poseemos. En segundo lugar, una gran apertura comercial. Es esencial que los países comercien entre sí, no solo porque permite conseguir productos que no existen en la economía interna, sino porque aumenta drásticamente la competencia para las empresas nacionales, que se han mal acostumbrado a no enfrentarse con empresas externas, permitiéndoles ser ineficientes sin costo alguno.

Lautaro Clavero-estudiante de economía de la Universidad Nacional de Cordoba