En una nueva entrega, Hipatia Vla, comparte su visión sobre un tema que hoy esta en crisis. En esta entrega se desarrolla los conceptos de la política como profesión, la política como vocación y las cualidades que debe poseer un político, dado su función en la esfera de poder (otorgado por los ciudadanos con su voto) para administrar «la cosa pública», entendida como bien común.
POLITICA COMO PROFESIÓN «Y» COMO VOCACIÓN
Basado en la obra de Max Weber
En el número anterior estuvimos desarrollando la idea de la importancia de las instituciones en un sistema democrático y la correlación que debe observarse para sostener el valor de las mismas, tanto por parte de los representantes como de los representados.
En este trabajo trataremos de desarrollar los conceptos de la política como profesión, la política como vocación y las cualidades que debe poseer un político, dado su función en la esfera de poder (otorgado por los ciudadanos con su voto) para administrar «la cosa pública», entendida como bien común.
Aquél o aquella que asume el rol de representante o participa activamente en el sistema democrático, se denomina político.
Podemos distinguir entre ellos a aquellos políticos de profesión, que viven «de» la política y los políticos de vocación, que viven «para» la política.
Esta distinción implica el objetivo perseguido por quien se dedica a la política. Puede además tener la necesidad o no de percibir una remuneración para desarrollar su actividad, de acuerdo al estrato social del que provenga.
La diferencia está en la motivación que persigue el político de vocación, que se sustenta en la causa o fin social en que basa su accionar político.
El político de profesión cuenta en general con ingresos o renta propios, que le permiten desarrollar su tarea tomándola como una ocupación más.
El político de vocación persigue la consecución de una causa, a la que convierte en su razón de ser.
Esta diferencia no implica que no puedan combinarse dichas características en un mismo individuo.
En el actual sistema, los dos tipos de políticos reciben una remuneración específica por su función.
Para el común de los ciudadanos, el hecho del político que cuenta con su propia renta, le da una seguridad extra de confianza, pero en realidad, no se corresponde necesariamente con la falta de utilización de prebendas, de actos de corrupción en el desempeño de sus tareas o de tráfico de influencias.
Para evitar ello, el sistema estipula herramientas de control y castigos.
El otro punto a tratar en esta reflexión y que hace al buen desempeño de tan importante tarea, es el de las tres cualidades que debe poseer un político. La pasión, la responsabilidad y la proporción.
La pasión, como devoción a una causa.
La conciencia de responsabilidad como guía de acción, considerando las consecuencias de una determinada decisión política.
Por último, el sentido de la proporción, para evaluar los beneficios o perjuicios provocados a la totalidad de la sociedad por determinada decisión.
Estos aspectos puestos en acción hacen a un buen representante. Cualquiera de ellos que falte, pondrá en peligro a sus representados.
Hipatia VLA
