Opinión: Relación entre Ciudadanos y Gobierno en el ejercicio del Poder, por Hipatia Vla.

El poder en política; Como hemos visto en el número anterior, desde los teóricos contractualistas se fundamentó la necesidad de contar con una herramienta de organización social denominada estado. Hicimos, a su vez, la diferenciación con la existencia de un gobierno que tiene la función de administración de dicho estado. 

Para ello, se necesita la concentración del poder político en sus ejecutores.

Históricamente, dicha concentración surgió de la concepción de un soberano unipersonal, denominado rey, cuya legitimidad partía de la tradición, proveniente a su vez de la religiosidad y considerándose como base de autoridad el poder otorgado por Dios.

Dicha concepción finaliza en occidente luego de la desaparición del feudalismo, dando lugar al nacimiento de la democracia representativa.

En este nuevo sistema, el poder político se distingue por desarrollarse como relación entre personas y, ya no como cosa o posesión de un individuo o de una institución.

Al ver el poder como relación, se puede considerar que quien lo sustenta (gobierno) lo ha recibido de un «dador» (ciudadano), en donde lo que prima es el compromiso electoral asumido por la esfera política, conformada por las instituciones ya sea ejecutiva como legislativa.

Si consideramos esta relación social como específica, entendemos que el poder político es delegado temporalmente y que lleva consigo la obligación del cumplimiento del mandato electoral, otorgado por los ciudadanos.

Dicho mandato no es absoluto, sino que debe respetar las libertades individuales que a su vez están protegidas por las leyes, tanto positivas (escritas), como consuetudinarias (costumbres).

Sostener este andamiaje institucional depende de quien ejerce el gobierno, como de los que le delegaron esa representatividad.

Es un compromiso mutuo y de cumplimiento en conjunto, tanto del gobernante como del ciudadano.

Si por cualquier circunstancia ese compromiso mutuo se quiebra, se corre el riesgo de caer en el totalitarismo por parte del gobernante, o en la anomia por parte del gobernado, entendiendo por anomia el incumplimiento de las leyes establecidas que dan sustento al sistema democrático.

Podemos sostener entonces que hay una responsabilidad compartida para lograr un necesario equilibrio.

Hipatia VLA