El Espíritu de la Ley; El Papel del Legislador en la Democracia Moderna Por Hipatia Vla

En la búsqueda histórica que han realizado los teóricos clásicos para tratar de explicar las causas y las formas de organización política y social, a fin de sobrellevar una convivencia pacífica entre los miembros de una comunidad, se ha profundizado en pensamientos que rigen hasta la actualidad.

Aunque no esté de «moda», en estos últimos tiempos, tratar de entender el porqué de la existencia de muchas instituciones y su función, es necesario recorrer sus fundamentos y reconstruir dicha inquietud.

Las leyes son creaciones teóricas y prácticas a la vez. Las hay escritas y no escritas. Las hay basadas en las costumbres de los pueblos y las llamadas positivas, surgidas de construcciones intelectuales a las que se les da vida a través de la escritura. Estas últimas son las que en la actualidad rigen la vida institucional en una democracia.

Su espíritu denota la intención, la fundamentación y los objetivos perseguidos por el legislador. Técnicamente los «considerandos», así son llamados, pueden no estar presentes en la redacción oficial de las leyes, pero dicha ausencia le quita claridad en la prosecución que el autor le quiere dar a la aplicación de la norma. 

El legislador, en un sistema democrático, es un representante de su sociedad, pueblo o electorado. Es tan importante explicitar la norma en sí, como sus fundamentos, ya que éstos conllevan los valores e ideales que su autor trata de transmitir y por el cual asume el compromiso de representatividad que el elector le asignó a través de su voto.

Por lo tanto, considerar que un legislador tiene una simple relación de empleado con el ciudadano, es disminuir dicha relación a un intercambio material que «bastardea» la delicada función de representatividad, que va mucho más allá al momento de establecer de qué manera nos debemos relacionar entre conciudadanos.

La consecuencia que se obtiene, cuando se entiende de esa manera la función del legislador, es el fenómeno denominado anomia, en el que la ley deja de tener legitimidad y esto lleva inexorablemente a la desorganización social y a la búsqueda individualista de supervivencia, en la que el más fuerte someterá al más débil.

Hipatia VLA