En Primero Angostura apostamos a un punto de equilibrio.
Como primera cuestión, creemos que hay que salir de la dicotomía: el Ejecutivo dice que no puede mejorar los servicios con lo que cobra, y la comunidad se opone a una actualización de tasas porque la prestación de servicios públicos es deficiente.
Frente a esto, nuestro trabajo es buscar un punto de equilibrio en este difícil contexto, la municipalidad necesita fondos para financiar la gestión, pero comprendemos la situación económica difícil que atraviesan muchos vecinos y vecinas.
Por eso, de cara a la segunda lectura del proyecto, intentamos bajar el valor tanto del punto como del mínimo por ficha catastral sin ceder a la propuesta inicial del Ejecutivo y exigiendo condiciones de mejora en los servicios que podamos ver en los próximos meses.
Desde nuestro espacio, esperábamos un plan mejor elaborado con relación a los recursos, a la recaudación. Esperábamos un plan con metas más medibles y con un enfoque en resultados. Esperábamos datos sobre cómo se gestiona de forma más eficiente y se reduce el gasto público. Algo de eso fue llegando con gusto a poco y en forma desarticulada.
Angostura no cuenta con un código tarifario eficiente ni mucho menos equitativo. El Ejecutivo apuntó a lo más fácil, un aumento en plano y poca voluntad política para captar dinero más allá del bolsillo de los que menos tienen. Frente a esto, brindamos desde Primero Angostura ordenanzas superadoras y no se implementan. Si las decisiones no tienen espíritu redistributivo, no están basadas en datos, ni en una gestión que las respalde, ponemos un tope hasta donde decidimos acompañar hoy. Y si esta situación no se revierte, no volveremos a discutir las tasas con la gestión vigente.
