Columna De Opinión, Emancipación, Golpes de Estado y Modelos Económicos en Argentina, por Hipatia Vla.

«UN PUEBLO, LA EMANCIPACION Y DOS MODELOS DE PAÍS» Parte 3, Por Hipatia Vla.

Con el sangriento golpe de estado cívico-militar de 1955, que se impuso además con un bombardeo a más de 300 transeúntes, que en un día laboral pasaban por el centro del poder del país (Plaza de Mayo y edificios públicos circundantes), se produjo el derrocamiento del segundo gobierno constitucional peronista, que como vimos sostenía la política de industrialización.

El gobierno de facto que se impuso deroga la Constitución de 1949 y vuelve al modelo agroexportador anterior, incorporando el Artículo 14 bis a la restaurada Constitución de 1862, en el que se resumen derechos y garantías, que tienden a consagrar mínimamente lo novedoso de la Constitución de 1949, pero que no deja de ser una norma declamativa,  la que hasta el presente no se aplica enteramente.

La proscripción de un amplio sector político representado por el peronismo, es la nueva herramienta utilizada por los sectores golpistas, hasta que, en 1973, por un breve lapso, vuelve a través del voto popular la fuerza política hasta entonces prohibida.

En 1976 se produce el último golpe de estado, con la instauración de la más sangrienta dictadura cívico-militar, retomando la orientación económica del primer modelo de país en estudio, agregando al esquema agroexportador, la desindustrialización, apertura de importaciones y las políticas financieras consecuentes con la toma de deuda externa. 

Antes de la llegada al siglo XXI, en el año 1983, luego del precio pagado con muertos, secuestros y desaparecidos, se recupera la democracia que llega hasta nuestros días.

La última reforma constitucional de 1994, entre avances, como el reconocimiento a los pueblos originarios, traslado del dominio de los recursos naturales a las provincias, el establecimiento de nuevas orientaciones en materia de derechos humanos, subyace una negociación por la distribución del poder entre el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, conocido como «Pacto de Olivos».

A grandes rasgos, este pacto se ocupa de la nueva asignación de cargos electorales, se instituye la reelección por un período más, tanto del presidente como vicepresidente, se incorpora un tercer senador por la minoría, se reduce el mandato gubernamental a cuatro años, cosa que en la práctica comprime la posibilidad de llevar a cabo los compromisos electorales, especialmente en obra pública.

Lamentablemente quedaron sin considerar las grandes reformas estructurales, tendientes a corregir la desigualdad creciente de los sectores de menores recursos.

En este período, el partido de gobierno abandona el proyecto industrialista, histórica bandera del peronismo, abre nuevamente las importaciones, se estabiliza la economía a partir del esquema monetario conocido como «convertibilidad», se realiza la privatización de empresas públicas que dio sustento al esquema bi-monetario peso/dólar que rigió este período.

Tras sostenerse la convertibilidad más allá de lo recomendable (luego de la estabilización de la inflación), el modelo estalla en manos del gobierno radical siguiente, en 2001.

Pasada dicha experiencia conservadora menemista y el breve gobierno en manos del Partido Radical, cuyo presidente renuncia luego de una revuelta popular por la confiscación de depósitos de ahorristas argentinos, estado de sitio y muertos en manos de las fuerzas de seguridad. Se produce la sucesión de 4 presidentes en once días, buscando la pacificación del país.

Finalmente, en 2003 un nuevo gobierno Justicialista retoma la senda del segundo modelo en estudio (industrialista), concluyendo en 2015, luego de dos períodos consecutivos.

El Bicentenario de la Independencia (año 2016) encuentra en el poder, por segunda vez surgido de las urnas, a los representantes del primer modelo en análisis, recorriendo el mismo esquema de toma de deuda externa, apertura de importaciones, política financiera, economía basada en la agroexportación y desindustrialización.

En 2019, retoma el poder el justicialismo, sin profundizar en las reformas necesarias que apuntaran a reindustrializar la economía y ordenar las cuentas públicas y con casi dos años de paralización debido a la pandemia de Covid que azotó al mundo entero.Llega así en 2023 el gobierno actual, un experimento surgido de las urnas, como resultado de la falta de respuestas de los partidos tradicionales a un pueblo agotado y cansado de los vaivenes a que se lo sometió durante décadas de desencuentro y frustraciones. 
Gobierno que parece repetir el primer modelo estudiado: apertura de importaciones, desindustrialización, primarización de la economía, sustentada en la exportación agrícola y de energía sin valor agregado. Proyecto de país al que suma la desregulación extrema y la libertad de mercado sostenida en un esquema anarquista.

En conclusión, se puede caracterizar como una dirigencia que refleja las contradicciones de la propia sociedad de la que surge, con un recorrido en su historia en el que el pueblo siempre «quiso saber de qué se trata» y las pocas veces que pareció encontrar las respuestas, fue interrumpido y confundido por intereses sectoriales y extraños a su aspiración emancipatoria.

Hipatia VLA 

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